Eran las 6 de la madrugada. Las tinieblas envolvían las sombras oscureciéndolas tanto que parecía de noche. Era de noche. En el pueblo, el gallo cantó a la mañana. El jodido gallo siempre cantaba a las 6 de la noche, pero los habitantes del pueblo eran unos incultos y le hacían caso. El índice de muertes por agotamiento era enorme.
La taberna del pueblo se llamaba «El carnero blanco» y, como siempre, había muchas sillas y mesas. La cerveza corría alegremente ( el tabernero nunca se acordaba de reparar el agujero del tonel ), los clientes se desmembraban unos a otros, contaban chistes verdes o apuntaban muchas «I» en un papel en blanco. Sólo una mesa estaba tranquila. En ella se encontraba un hombre musculoso y calvo que carecía por completo de vello corporal: era Giman, el héroe, que se cortaba las uñas con un hacha de doble filo. En ese momento, un siniestro encapuchado se sentó en su mesa.