Érase una vez, un reino perdido que tenía graves problemas. Pero como estaba perdido, nadie pudo llegar hasta él para solucionarlos. Por eso esta historia no tiene nada que ver con ese estúpido reino. No, esta historia tiene que ver con la vida, con la muerte, con el Sol por las mañanas y la Luna por las noches, con la caza indiscriminada de ballenas grises y la monopolización del comercio de los ácidos nefríticos derivados de la obtención de combustibles fósiles a partir de la Meningis Pedorrea, un tipo de ladilla que sólo crece en los sobacos de los Indonesios nacidos en día impar según el calendario Maya.