Escrito por Alberto Rodríguez.
Los dos hombres fumaban nerviosos en el interior de la camioneta. La tensión era tan grande que se diría que estaban respirando mantequilla en vez de aire. El que no conducía se atrevió por fin a hacer en alto la pregunta que martilleaba en el cerebro de los dos:
– ¿Crees que hacemos bien?
– La lucha es así. Si todos permanecemos quietos mientras se nos empuja y no arrimamos el hombro en la medida de lo posible para empujar, pronto nos acallarían como a perros sumisos y falderos. – dijo el otro queriendo parecer seguro y confiado.
– ¿ No deberían dar una oportunidad al acuerdo del Viernes Santo?
– Ese es un acuerdo-trampa para el pueblo irlandés, Duncan. El viejo IRA está ya tan acostumbrado a ser el poder que ha olvidado al pueblo de Irlanda, y lo ha traicionado con tal de ver sus culos sentados en las poltronas de Stormont. Mi deber como irlandés es no ceder ni en estas circunstancias ante el enemigo, y ayudar con mi pequeña aportación.