¿Cómo un objeto se transforma en artefacto? Las Espadas en Symbaroum

Hay dos cosas que adoro en juegos de fantasía: las espadas y las corazas. Y las espadas en Symbaroum pueden crear historias. Y te explico como.

Adoro a mis jugadores. Menos mal que este blog no lo lee ni Perry, así puedo decir aquí lo que no conviene hablar en alto en las partidas, que luego se vienen arriba y se creen más de lo que son. Hay que seguir educando a los Pjs.

Espadas en Symbaroum

Como casi todos los objetos en este juego, las espadas en Symbaroum no básicas, interesantes, poderosas o con historia, suelen conllevar Corrupción. Pero, ¿acaso no hay espadas «mágicas» que posean propiedades que no cueste corrupción activarlas? Quizás. En el Libro Básico de Symbaroum podemos leer que o más cercano son las espadas maestras con cualidades puramente artesanales que aportan bonos o efectos: Impacto Agravado (+1 de daño) y Precisa (+1 de ataque). La Guía Avanzada del Jugador aporta alguna más, e incorpora también un listado de artefactos menores que no provocan la malsana Corrupción

Pero estoy divagando. ¿Por dónde iba? Ah, si. Los jugadores. Tengo uno que es escritor. Y eso es maravilloso. En una de las primeras partidas que jugamos, le cayo una espada, un trozo de metal sin decoración ninguna, fea, si me apuras. Por lo que le dijeron, funcionaba bien contra las criaturas dominadas por la Corrupción.

20 sesiones más tarde, después de preguntarme una y otra vez si la espada hacía algo y recibiendo respuestas evasivas e incluso negaciones directas, va el tío y me envía el siguiente texto:

Ruina.

Es el único símbolo que puedo leer de la delicada escritura elfica que recorre la hoja de la espada que me fue dada en préstamo por el Pacto. Una hoja antigua que ya vivió las batallas que le tocaban en manos más nobles y con mejores propósitos y que pese a eso ha sobrevivido a cuantos la esgrimieron, condenada por tanto a seguir lucha tras lucha hasta que un mal paso nos lleve donde nadie nos encuentre.

De alguna forma parece cansada, su peso en mi mano es más que físico. El mango de mano y media, hecho con el cuerno marfileño de alguna bestia de la edad antigua, apenas revela las tallas que una vez tuvo, lo que queda de estas se ha cubierto por un trenzado de hilos de seda verdes y dorados para facilitar el agarre. La guarda es casi inexistente, apenas un círculo de metal broncíneo de un dedo de grosor. La hoja en si es un buen metro del mismo metal, que parece bronce pero brilla rojizo en el crepúsculo, este bronce que no es bronce no se parte ante el acero y corta hierro, cuerno y piedra como si fuera papel.

En las largas guardas de la noche me parece escucharla murmurar una tonadilla infantil. No sé si sueña, o si recuerda, pero parece que está durmiendo, esperando un despertar que no acaba de llegar, un portador digno, un enemigo digno, una causa digna. Pero, de momento, solo me tiene a mí, alguien cuyo nombre no le pertenece, porque Markus es el otro, el que fue robado, lo que quedó abandonado es alguien cuya única causa es sobrevivir otro día y que, si llega la inevitabilidad de la violencia, sólo espera que sea otro el que muera.

Con desgana baila en mi mano, con sus cortes perfectos y sus estocadas precisas sin perder nunca ese filo imposible. No sé su nombre. La llamo Ruina. Tampoco yo tengo un nombre que ofrecer. Podría llamarme Ruina también, pero de momento me conformaré con Markus, del mismo modo en que, de momento, Ruina tendrá que conformarse conmigo hasta que llegue alguien mejor, más fuerte o más rápido que la reclame.

Mientras ese día llega, en las solitarias guardas del crepúsculo su bronce brilla rojizo, y el zumbido del metal canta una canción que hace pensar en dragones volando libres en el cielo de la tarde.

¿No es maravilloso cuando tus PJs construyen el mundo contigo?

Ese texto tendrá su importancia. Y pronto. Actualmente estamos jugando la campaña El Trono de Espinas, y como sabéis los que la habéis leído o jugado, hay un momento en el que… pero no lo diré aquí y ahora, por si acaso a alguno de mis jugadores les da por leer esto. Sólo espero que darle más relevancia a las espadas en Symbaroum, porque como comenté al principio, son mi arma preferida en juegos de fantasía.

Nos vemos en el Davokar. Y espero que sea antes de que una flecha élfica nos atraviese.